“Hablar del pasado con mamá fue más sanador de lo que pensé”

Violeta no recuerda cuándo fue la última vez que su madre le dijo ‘Te quiero’. Pero debió ser hace décadas, pues no suelen frecuentarse mucho. Sin embargo, eso cambió de repente. ¿Gracias a qué? A la terapia psicológica.

Violeta estaba harta de que sus hijos la anularan constantemente. Ya convertidos en adultos, seguían viviendo con ella y continuaban dándole problemas. Solían abusar del alcohol e involucrarse en riñas callejeras.

Claramente, la mujer tenía un conflicto como figura de autoridad, lo cual era consecuencia de la inexistente relación con la primera figura de autoridad de su vida: su madre.

Un viaje hacia atrás

Identificado el conflicto, pedí a Violeta visitar a su madre y hacerle una serie de preguntas relacionadas con su historia de vida. Básicamente, se trataba de conocer datos sobre el pasado de su madre, su infancia y cómo es que se forjó esa forma de ser.

Le dije que no apuntara nada. Solo debía escucharla. Y mientras su madre hablaba, le pedí a Violeta repetirse mentalmente la siguiente frase:

“Te miro desde los ojos de la compasión”.

La madre de Violeta recién había sido intervenida quirúrgicamente, por lo que era el pretexto perfecto para que fuera a visitarla a su casa y hacer lo que le había pedido. Superado el miedo, Violeta tuvo la inteligencia de hacerle las preguntas a su madre de un modo muy sutil, de tal forma que logró que la mujer se abriera a hablar. Lo que encontró, la dejó atónita.

En su siguiente sesión terapéutica, Violeta llegó con mucho qué comentar. En primera, dijo que nunca había platicado con su madre a ese nivel, pero después agregó algo que ni ella pensó que pasaría. Me dijo:

“Fue la primera vez que vi a mi madre llorar”.

Resulta que la madre de Violeta, a quien llamaremos Rosario, tuvo profundos episodios de dolor. Siendo adolescente, se dedicaba a ser empleada doméstica y su pareja la abandonó al enterarse de que estaba embarazada.

Rosario continuó en el trabajo doméstico hasta avanzado su embarazo. Una tarde estando sola, mientras trapeaba las escaleras de la casa para la que trabajaba, se le rompió la fuente y dio a luz ahí mismo. Tras la impresión, se desmayó. Cuando llegó su patrón, la encontró inconsciente en el piso y con un bebé al lado.

El niño pasó un tiempo en cuidados especiales, pero se repuso. Y mientras la mujer continuaba limpiando pisos para sobrevivir, la madre de Rosario se hacía cargo del bebé, quien se convirtió en su adoración.

Pero en un descuido, a la señora se le resbaló el niño y éste cayó directamente al piso. Los médicos le dijeron que esperara lo peor y ocurrió. Murió a los pocos días.

La consecuencia

Desde entonces, Rosario se volvió dura y tuvo problemas para demostrar abiertamente su amor. Temía amar demasiado algo y después perderlo, como le ocurrió con su primer hijo.

Violeta no sabía nada de lo que su madre había vivido. Pero una cosa le había quedado claro: hablar con su madre sobre el pasado le permitió sanar. Y lo logró porque se permitió ver a su madre no desde los ojos del rencor ni de la lástima, sino de la compasión.

El rencor nos divide. La lástima nos jerarquiza. Pero la compasión nos iguala.

Aquella tarde, Violeta me contó que antes de despedirse de su madre, le dio un fuerte abrazo. Ambas lloraron y al final se permitieron decirse, como nunca en décadas ‘Te quiero’. Pero lo más importante es que, desde entonces, madre e hija se frecuentan, se hablan por teléfono y están al pendiente una de la otra.

Sin duda, hablar del pasado con su madre permitió a Violeta ir disolviendo el rencor. Y eso le dio poder para asumirse como una figura de autoridad con sus hijos. Pero sobre todo, le permitió ver a su madre como una mujer más allá de ese personaje duro y autoritario, pues ahora sabía que, detrás de esa imagen, se encontraba una persona que había sufrido. Eso es la compasión.

Y tú, ¿te has dado la oportunidad de hablar del pasado con tus padres? ¿Podrías darte el regalo de mirarlos desde los ojos de la compasión y conocer sus batallas? Te garantizo que será el principio de tu sanación.

Abraham Monterrosas Vigueras es periodista, trabajador social y psicólogo clínico, especialista en terapia breve.

fizkes/iStock

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