‘Te perdono’, ‘Te acepto’, ‘Te integro’… la triada de una vida mental y espiritualmente sana

“Disculpe, ¿usted puede realizarme una hipnosis?”.

Ese fue el primer mensaje de audio que una mujer me envió por WhatsApp. En el caso de preguntas inusuales como esa, suelo responder con otra pregunta: “¿Para qué situación lo estás considerando?”.

Su respuesta resume un poco de lo que te hablaré en esta ocasión: “Es que acabo de divorciarme del padre de mis hijos y quiero que me hipnoticen para que al despertar ya no me duela y él sea un desconocido para mí”.

¿Servirá de algo enterrar aquello que se vivió y hacer de cuenta que nunca ocurrió? ¿Sellarlo detrás de la puerta será la solución mágica? ¿Desaparecer la evidencia de una relación fallida será la mejor manera de haber aprendido la lección?

Hablemos de una triada que puede ayudarte a sanar tus relaciones con las demás personas: ‘Te perdono’, ‘Te acepto’, ‘Te integro’.

Reconocer para transformar

En entregas anteriores hemos hablado sobre el perdón y sus bondades. Liberar a quien te hizo daño en realidad es liberarte tú misma de esa carga.

No es ‘Perdonar y olvidar’, sino ‘Perdonar y aprender’.

Es decir, el perdón es liberarse conscientemente de la carga emocional que dejó alguna situación. Y por supuesto, lo sucedido habrá dejado uno (o varios) aprendizajes para la vida.

Por ejemplo, supongamos que una relación amorosa terminó por un asunto de celos excesivos. Después de reconocer el error, hay que perdonar a la persona y perdonarse uno mismo. Por último, debemos valorar lo aprendido para, en un siguiente enamoramiento, permitirse interactuar con mayor libertad.

Lo anterior resume la triada ‘Te perdono’, ‘Te acepto’ y ‘Te integro’. Veamos uno por uno, con algunos ejemplos.

‘Te perdono’

El perdón siempre será un acto de amor contigo misma. No es justificar una ofensa ni ignorar el daño (para eso existen leyes divinas que se encargan de ello), sino permitirse estar en paz con alguna situación dolorosa.

No hacerlo puede perjudicar tu salud mental y física. De ahí la máxima de “El rencor es un veneno que tú te tomas esperando que quien se muera sea la otra persona”.

‘Te perdono’ es un regalo para ti misma. Es tu carta de libertad.

Aquí un ejemplo: Tuve una paciente cuyo hermano mayor había abusado de ella en la niñez. Lo peor es que ella se sentía culpable por lo ocurrido. Cuando hablamos sobre el perdón y sus bondades, se tomó el tiempo para procesarlo.

Comenzó por perdonarse a ella misma por sentirse culpable, después a su hermano. Ya convertidos en adultos, su agresor tuvo problemas con el alcohol, se casó y, en un arranque provocado por la bebida, tuvo un pleito con su suegro y lo golpeó. Las consecuencias fueron fatales y murió.

El hermano de mi paciente continúa preso y, de hecho, durante las semanas que estuvo en terapia, le llegó una carta desde la cárcel. Era de su hermano, quien le contó estar sufriendo ahí dentro y, entre otras cosas, le pedía perdón por lo que le hizo en la infancia.

‘Te acepto’

¿Cuáles son tus defectos y cuáles tus virtudes? ¿Logras identificarlos en los demás? A eso se refiere ‘Te acepto’. Se trata de reconocer los puntos positivos y negativos para abrazarlos. Ese es justo el siguiente paso tras haber perdonado: aceptar.

También tiene que ver con admitir lo irremediable… lo que ya no tiene vuelta atrás. De hecho, es la primera parte de la llamada ‘Oración de la serenidad’, ampliamente conocida en los grupos de Alcohólicos Anónimos (AA): “Dios, concédeme SERENIDAD para ACEPTAR las cosas que no puedo cambiar…”.

‘Te acepto’ es reconocer los pros y contras de cada persona o situación.

Tal vez pueda servirte este ejemplo: Una paciente a la que llamaremos Julieta se sentía enojada con su recién divorciada madre, a quien tachaba de ‘inmadura’ y ‘egoísta’ entre otros adjetivos. La joven tenía un empleo próspero que le permitió independizarse. Sin embargo, tuvo problemas económicos y tuvo que volver al hogar familiar, situación que odiaba.

Aunque Julieta veía constantes defectos en su madre (al llamarla ‘inmadura’ y ‘egoísta’), no veía las virtudes que aquella mujer también tenía. Después de todo, se divorció de un hombre que ciertamente nunca vio por ellas e incluso la aceptó de vuelta en casa cuando su situación económica estaba en crisis.

‘Te integro’

Comparto la idea de muchas personas en cuanto a que, desde un plano espiritual, elegimos a nuestros padres. Es decir, de acuerdo con la misión de vida que hayamos decidido aprender en este mundo, buscamos a los papás perfectos que serán nuestros maestros para lograrlo.

De hecho, incluso considero que también elegimos aspectos como nuestra nacionalidad, color de piel, orientación sexual y aspecto… todo eso lleva una lección implícita. Eso es justamente ‘Te integro’.

‘Te integro’ es saber que el orden divino ha puesto cada situación en el camino para enseñarte algo.

Te comparto el siguiente caso de un paciente al que vamos a llamar Alberto José. En la primera sesión, cuando tomé sus datos, le pregunté con qué nombre prefería que lo llamara y fue muy directo al especificarme que fuera Alberto, pues José no le gustaba para nada.

Cuando le pedí el nombre de su padre, ¿cómo crees que se llamaba? No tuvimos que darle más vueltas al asunto. Pregunté por qué estaba tan enojado con él y me compartió que los abandonó cuando era niño. El hombre ya había fallecido y mi paciente se negaba a tener comunicación con la familia paterna.

Tras la terapia, se dio la oportunidad de mirar a su padre más allá del odio y reconoció que esa ausencia lo hizo una mejor persona, más empático y sensible con los demás. Eso es justo ‘Te integro’. Alberto se negaba a ver a su padre desde otro enfoque y reconocerlo, junto a mamá, como las dos fuerzas que lo trajeron a este mundo.

Reconocerlo es armonizar la vida.

Con el tiempo, Alberto lo perdonó y aceptó, pero sólo después de varias sesiones de terapia fue que se permitió integrarlo a su historia. Tras la terapia, buscó a su familia paterna y pudo conocer mejor a su padre desde los ojos de sus tíos y abuelos. Y con ello, estuvo más en paz con esa parte de su vida.

Y eso es justo lo que le faltaba a la mujer de la que te hablé al inicio de este texto. Quería que intervinieran su mente para convertir a su ex pareja en un desconocido. Claramente, necesitaba Perdonarlo y Aceptarlo, pero sobre todo Integrarlo… para darse cuenta de que ella lo eligió como el padre de sus hijos.

Y ahora, ha llegado tu turno…

Visualiza a esa persona que te hizo daño… quizá sea tu padre, tu madre, alguna ex pareja. ¿Te permites perdonarla? ¿Te permites aceptarla? ¿Te permites integrarla?

Desde el corazón, date permiso de decirle “‘Te perdono’ por todo el dolor causado, ‘Te acepto’ con tus defectos y virtudes, y ‘Te integro’ porque yo también te elegí y ahora formas parte de mi historia”.

Abordar cualquier situación dolorosa desde este ángulo ha sido útil para muchos pacientes. Puede ayudarte a cerrar el ciclo para siempre y abrir uno con mucha mejor salud mental. Inténtalo… tu vida podría cambiar.

 

Abraham Monterrosas Vigueras es periodista, trabajador social y psicólogo clínico, especialista en terapia breve.

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