Fabio se desespera con facilidad. Y cuando se enoja, no entiende razones. Por eso, lleva una mala relación con sus padres. Por eso, a veces bebe hasta terminar golpeándose con desconocidos en las fiestas. Por eso, su novia le recomendó ir a terapia. Así fue como lo conocí.
La furia de sus actos contrastaba con la dulzura de su rostro. Un chico de apenas 18 años… un niño para muchas cosas, como al descontrolarse o no hacerse responsable de sus acciones. Pero un adulto para otras, como saber que necesitaba un cambio en su vida.
Furia acumulada
Aunque nunca llegó al extremo de golpear a su novia, sí hubo momentos en que él la tomó fuertemente de los hombros, ante la desesperación de lidiar con los contratiempos que toda pareja tiene. Pese a los problemas con su chica, me aseguró que no deseaba terminar con ella.
Cuando le pregunté la razón, apunté en mis notas cada una de las palabras que conformaron su respuesta: “Con todos estos defectos, ¿quién me va a querer?”.
Fabio se refería a que, si bien no era el chico que su novia deseaba, al menos ella lo soportaba. Y que eso es lo más que él podría tener en la vida, pues llevaba una relación distante con sus padres, es hijo único, le costaba sonreír y, según él, tenía “muchísimos” defectos.
Exorcizar a un demonio
Para su siguiente sesión, Fabio llegó al consultorio y encontró que coloqué en el lugar un elemento nuevo: un espejo de cuerpo completo.
La terapia de espejo inicia con colocar al paciente frente a sí mismo.
Le sigue una sencilla pregunta: “¿Qué es lo que ves?”. Su lenguaje corporal, así como su respuesta, me sirven para saber dónde está la idea limitante que está impidiendo, en este caso a Fabio, lograr el objetivo que se propuso al tomar terapia: amarse.
Su respuesta fue tan clara que no tuvimos que enfocarnos en ninguna otra cosa: “¿Qué veo? Pues todos mis defectos. Mire: tengo una oreja más grande que la otra, mi nariz es demasiado ancha, y tengo los dientes súper feos. Por eso no sonrío”.
Así me miro… pero, ¿así me miran?
El problema de Fabio estaba en su autoconcepto, es decir, en la idea que él tenía de sí mismo. De hecho, solo hasta que mencionó esos “defectos” fue que tuve que volver a mirar a Fabio para darme cuenta de si lo que decía era cierto. Jamás habría notado lo que él percibía de sí mismo. Y seguramente nadie más. Lo más triste es que eso le impedía amarse.
Su autoconcepto lo hacía ver un hombre lleno de defectos físicos. Y cuando salía a fiestas y bebía, pensaba que cuando las personas reían, era de él y sus ‘orejas dispares’ o sus ‘dientes horribles’. Por eso se enojaba y buscaba pelea.
Era claro: el demonio vivía solo en su cabeza.
Frente al espejo, dijo tener defectos físicos que, al final, solo él notaba. Y era injusto que él mismo se mirara de esa forma. Por lo cual, trabajamos en su autoconcepto y cómo es que a veces las personas maximizan rasgos que otros, ciertamente, nunca notan. Eso implicaba sanar la relación que él tenía consigo mismo, su pareja y padres.
Y así, pude ver que detrás de ese chico agresivo que no sabía controlarse, se encontraba un niño asustado, que no sabía cómo dar ni pedir amor, y cuya percepción de sí mismo le impedía avanzar. Al final del trabajo en terapia, volví a colocarlo frente al espejo, pero ahora su visión era otra. Se miraba desde los ojos del amor.
¿Qué es lo que ves?
Eso nos lleva a una reflexión. Cuando estás frente al espejo, ¿qué es lo que ves? ¿Logras ver a esa mujer que ha superado obstáculos y puesto a prueba sus habilidades para llegar a donde está?, ¿o tal vez concentras todo tu autoconcepto en ‘defectos’ que probablemente solo tú ves, o que solo tú maximizas mucho más que los demás?
Entonces, Fabio NO ES sus orejas ni sus dientes; eso NO lo define. De la misma forma que tú NO ERES tus pecas o tu peso o cualquier otro ‘defecto’ que te encuentres frente al espejo. NO te define. En cambio, Fabio SÍ ES fuerza de voluntad y ganas de avanzar (después de todo, tuvo el valor de ir a terapia); eso SÍ lo define. De la misma forma que tú SÍ ERES amor, belleza, capacidad y un millón de cosas más.
¿Cuál es tu percepción de ti misma al verte al espejo?
Mírate de cuerpo completo frente al espejo. Seguramente no será fácil la primera vez. Respira hondo e insiste cuanto sea necesario. Cada una de tus batallas ganadas lleva tu firma y solo tú sabes lo que ha costado. ¿Qué es lo que ves ahora?
Abraham Monterrosas Vigueras es periodista, trabajador social y psicólogo clínico, especialista en terapia breve.