¿Perfeccionista? Una razón para soltar este rasgo

Aunque puede darte grandes resultados, también podría restarte en salud mental. ¡Esto dice la ciencia!

“La chica 10”. “La cumplidora”. “Aquella con la que todos pueden contar”. Seguro, ser perfeccionista me hacía ver bien. Mis padres y docentes estaban orgullosos por mis excelentes calificaciones, mis amigos recurrían a mí cuando no podían resolver algo y mis jefes estaban siempre felices con mi desempeño… Y sin embargo, yo no estaba tan bien.

Sentía un peso enorme sobre mis hombros y una presión que a veces, creía me cortaría el aire. Por no mencionar, las noches en vela.

Fue una amiga, quien con mucha perspicacia y la honestidad que solo una hermana del alma puede regalar, tuvo la pregunta justa que me llevó a revisar este rasgo: “¿Acaso vas a llevarte todos estos méritos a la otra vida? Mejor, disfruta un poco más de la vida. Nadie dirá nada si haces las cosas para un 9 ¡u 8!”

Como toda perfeccionista, y viendo que no me estaba sintiendo tan bien con este rasgo de mi personalidad, le dediqué mucho pensamiento a la situación. ¿Realmente puede dañar buscar la perfección?

Palabras expertas

El perfeccionismo es una combinación de excesivamente altos estándares personales, con autoevaluaciones demasiado críticas. Pero, aunque esta cualidad puede verse bien, por ejemplo, en una entrevista de trabajo, puede afectar la salud mental y el bienestar, explica MedicalNewsToday.

Sucede que los perfeccionistas “tienen una mentalidad de todo o nada, que es impulsada por el miedo paralizante al fracaso”, especifica  Elizabeth Lombardo, psicóloga clínica, consultada por Health. Además, tienen lo que se conoce como “autoestima condicional”. Piensan que solo son buenas personas, si pueden lograr determinadas cosas, agrega la experta.

Así, antes que después, las personas con rasgos perfeccionistas pueden acabar en un lugar oscuro: la ansiedad, la depresión e incluso ideas suicidas, son algunos de los problemas de salud mental más frecuentes, como enumera MedicalNewsToday.

La solución

Por fortuna, no todo está perdido para los perfeccionistas. En mi caso, adopté por un tiempo, un mantra que me resultó poderoso y me  permitió conocerme más a mí misma: “Esto no me define. Soy…”.

Así, hice un trabajo mental para disociar mis calificaciones escolares o resultados laborales, de aquello con lo que yo me definía como mujer. “No soy un 8, 9 o 10. Soy una estudiante dedicada que intenta superarse”. “No soy mi puesto de trabajo. Soy una periodista que ama escribir y conocer el mundo”.

De igual modo, el sitio VeryWell recomienda:

  • Apunta a la excelencia, mas que a la perfección. Para ello, alégrate de tus logros y aprende de tus errores. Y no te auto-martirices por aquella que pueda estar faltando.
  • Haz un análisis de costo-beneficio. Lista todos aquellos motivos por los que ser perfeccionista puede estar afectando negativamente tu vida y la de quienes te rodean. Encontrarás así más fácil, cambiar esta característica de tu personalidad.
  • Toma conciencia de tus pensamientos perfeccionistas. Apuntarlos en un cuaderno cada vez que aparezcan, puede ayudarte a reconocerlos y combatirlos.
  • Enfócate en lo positivo. Como buena perfeccionista, puede que seas experta en reconocer errores en tu trabajo y en el de los demás. Para contrarrestar esta tendencia, esfuérzate en notar todo lo bueno que puede haber allí.
  • Modifica tu voz interna. Particularmente, apunta a acallar cualquier pensamiento que diga: “Con esto, no alcanza”.
  • Aprende a manejar las críticas. Si tiendes a percibirlas como un ataque, recuerda que las críticas constructivas pueden acercarte a la excelencia (pero nunca a la perfección).
  • Un último recordatorio: de los errores, se aprende.

Y tú, ¿cómo combates el perfeccionismo?

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