Al apagar las 30 velitas, solía jactarme de que no me importaba envejecer. ¿Acaso la edad no era símbolo de sabiduría? Así anduve por años, citando pueblos antiguos y riendo ante la cara de pánico de varias colegas, cada vez que alcanzaban las cuatro décadas. Hasta que me llegó el día de encontrarme uno, dos, ¡tres! cabellos blancos. Sin darme cuenta, en algún momento, un sector de mi castaña cabellera había adoptado un inconfundible tono gris. Y no me avergüenza admitirlo, la edad me cayó encima. ¿Había logrado todo lo que esperaba? ¿Estaba realmente realizada?, eran algunas preguntas recurrentes en mi mente.
Si estás leyéndome, puede que estés atravesando también, por el miedo a envejecer. Déjame decirte entonces, que no estás sola y que es un temor más que común. Pero no por habitual, debemos dejar que se apodere de nosotras.
Re-enfocando la situación
En nuestra cultura obsesionada por la juventud, cada vez más gente asocia la edad a la pérdida de la belleza, del amor y el respeto, asegura la revista Health. Sin embargo, el temor, sin importar a qué se deba, puede ser un mal aliado. Según Psychology Today, nos conduce a ver el lado negativo de las cosas, impide pensar con claridad, inhibe de probar experiencias nuevas, limita quien somos, nubla la intuición e incluso, puede coartar nuestras decisiones. Ciertamente, es una emoción que deberíamos aceptar que sentimos, ¡para transformarla en una herramienta para evolucionar!
Pongamos las cosas en perspectiva:
- “¿Y si un día no me reconozco en el espejo?”. Es cierto, con la edad llegan cambios en nuestra apariencia. Pero no te permitas sucumbir al estrés superficial del envejecimiento. Mejor, piensa tus nuevos rasgos, como algo positivo. Con cada una de esas marquitas, ganaste una buena dosis de sabiduría y pruebas superadas, que te han empoderado para afrontar los nuevos desafíos con muchas más herramientas e intuición.
- “Estoy más cerca de enfermar o hasta morir”. No preciso decirte que en nuestro mundo moderno, la expectativa de vida es más que longeva. Así que si estás rondando los 40, ¡estás en la flor de la vida! Haz ejercicio y alimentarte bien, y contarás con gran energía para atravesar más aventuras.
- “¿Y si me quieren menos?”. Muy por el contrario, para los 40, puede que hayas afianzado tus relaciones. Las amistades son realmente aquellas que te apoyan en la adversidad y los vínculos laborales tienen suficiente antigüedad como para que conozcan tu verdadero valor. Así puede que la edad te haya dejado los contactos que verdaderamente precisas, para ayudarte a conquistar tus sueños o evolucionar a una etapa más desarrollada de ti misma.
- “¿Podría ya no tener sexo?”. Si te deja tranquila, hay quienes encuentran la pasión incluso en una casa de hospicio. ¡Y bien lejos que estamos aún de ello! Además, incluso si los encuentros ya no son tan frecuentes como en el calor hormonal de la juventud, ¿no es preferible una noche que nos deje verdaderamente satisfechas, en la que podamos entregarnos a gozar precisamente de aquello que ya sabemos que nos gusta, que montones de trasnoches a medio motor? Recuerda, cantidad, no siempre es sinónimo de calidad.
- “Empezarán a cerrarse las puertas”. Dicen que donde una puerta se cierra, se abre una ventana. En el ámbito laboral, la experiencia podría ya conducirte a posiciones jerárquicas. A su vez, por el lado personal, con el paso del tiempo finalmente podrías ya haber cancelado la hipoteca de tu casa, acompañado a tus hijos en el crecimiento y demás cuestiones “sociales”. ¡Es una gran noticia! Tal vez cuentes ya con suficiente tiempo y dinero disponibles para viajar, invertir en tus propios sueños o emprender ese desafío “futuro”, que siempre empujabas para más adelante.
Así que es cierto, estamos envejeciendo. Pero, como mujeres de 40 empoderadas, estamos listas para demostrarle al futuro por qué la edad, es una gran oportunidad para cumplir los sueños y vivir plenamente.
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