Aún recuerdo aquella trágica primera vez: estaba por subir al bus, cuando unos niños detrás de mí me interpelaron: “Disculpe, señora…” Debo confesar que jamás supe qué me preguntaron. Aquel “señora” fue un bofetón que no pude quitar de mi mente. “¿Señora? ¡¿Señora?! Pero si solo tengo 25… ¿Qué se piensan estos mocosos?” Y así seguí, rumiando bronca, indignada, por aquella “falta de respeto”.
Ya han pasado 8 años. Todavía no me acostumbro al “señora” y el efecto es particularmente molesto cuando quien lo dice es alguien mucho mayor que yo: “¿Acaso se ha visto en el espejo?” Otras tantas veces, hasta lo corrijo con una sonrisita socarrona: “Señorita…”
Pero al parecer, no sería la única. En Argentina, incluso, una empresa de tinturas para el cabello lanzó en 2017, una muy hilarante publicidad al respecto:
Sospecho que puede que hayas esbozado más de una sonrisa. ¿Me equivoco?
Es que el efecto que ese “señora”, puede tener en nosotras, es bastante plural; especialmente cuando vamos recibiendo la década de los 30 o 40 (y ni que decir, si nos sentimos súper jóvenes) :
1) ¡¿En serio me veo tan grande?!
“Me obsesioné. Cada vez que pasaba frente a un espejo revisaba mi rostro en busca de patas de gallo y cabellos blancos”, ríe Carina (43).
2) ¿Me hablas a mí?
“Estaba en la fila de un negocio con mi hijita en brazos cuando un chico me quiso dejar pasar. Como estaba con la bebé, pensé que solo me lo decía por eso. Pero sí, recuerdo haber pensado: ‘Me dijo señora’. Cuánta negación, ¿no?”, compartió Luciana (32).
3) ¿Por qué… Por qué tanta crueldad?
“Me deprimí terriblemente. Aunque ya había pasado los 30, me sentía súper joven. En mi mente, seguía siendo una adolescente”, comentó Adriana (42).
4) Me vengaré
“Todavía no puedo asumirlo. Cada vez que alguien me dice ‘señora’ me entra una rabia… Como Carrie, a punto de liberarse”, bromea Lucila (38).
5) Y bueno, es lo que soy
“Recuerdo que fue antes de ser mamá. Pero no me generó nada negativo. Después de todo, son muy chicos quienes te lo dicen. Y en realidad, soy una señora”, concluyó Marina (33).
Y tú, ¿cómo viviste aquel primer “señora”?
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