¿Cuántas veces te encontraste diciendo frases lapidarias parecidas a estas?
- “Hoy no puedo tener el trabajo de mis sueños por mi culpa. Si hubiese estudiado esta carrera y no la que estudié seguramente hoy estaría mucho mejor”.
- “Si hoy estoy sola es por mi culpa, por haberle cerrado las puertas a aquel hombre que…”.
- “La culpa es mía, porque si hubiese o si no hubiese…”
Y mi pregunta es: ¿Es necesario ser tan duras con nosotras mismas?
Las culpas del pasado suelen retornar una y otra vez, pidiéndonos ajustes de cuentas cuando ya no podemos hacer nada. Son culpas que no nos dejan avanzar, que nos estancan. Y cada una de nosotras, en distintas circunstancias, las vivimos de diferente manera, mientras la angustia que se va generando nos inmoviliza por acciones que ya no pueden deshacerse, ni realizarse de una forma diferente.
¿Cómo podemos alivianar ese peso y avanzar así más ligeras? ¿Qué podemos hacer para sanarnos a nosotras mismas, para perdonarnos? Te propongo usar la culpa, y lo que nosotras percibimos como “errores del pasado”, como disparadores para crear una realidad diferente.
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