Episodio 2: Ser buena todo el tiempo es agotador

Es necesario ser buena en todo momento, en todo lugar y con todo el mundo? ¿No sientes a veces que es un poco agotador? Y lo que es peor, ¿no te has llevado a límites tan extremos, que terminaste enfermándote? 

Desde niñas venimos cumpliendo aquel mandato, por el que algunas nos condenamos a nosotras mismas: “Sé buena”.  ¿Qué significaba ser buena chica? Ser obedientes, sonrientes, complacientes, no cuestionar, agradar a los demás… ¿Qué es ser buena o ser mala? 

Bueno y malo son dos conceptos que nacen con el lenguaje, para denominar a aquello que “percibimos” como bueno y malo. Antes de que aparezca el lenguaje, no había forma de nombrar al bien y al mal. Por lo tanto, bueno y malo son conceptos relativos. 

Así es que, en nuestra versión niña, percibimos que ser buena era ser como mamá, como la abuela, y la bisabuela, que eran mujeres entregadas al servicio de los demás, que se sacrificaban en pro de los demás, que no se permitían el disfrute. En esencia, eran mujeres que se exigían proteger y asegurar el bienestar de sus maridos, sus hijos, sus padres… y, en la medida que lo hacían, eran “buenas”. Quienes no lo hacían, eran consideradas “malas”. 

¿Qué pasa cuando llevamos ese mandato de ser buena al momento en que nos olvidamos de nosotras? Nos permitimos excesos contra nosotras mismas, nos forzamos a decir que sí cuando por dentro queremos gritar que no queremos, que no podemos. Nos obligamos a sonreír, cuando en realidad queremos decir lo que pensamos en voz muy alta. Llegamos al punto en que no sabemos cómo poner un freno y decir que no.  

Nosotras lo sufrimos, nuestras madres lo sufrieron, al igual que nuestras abuelas y quizás muchas de las mujeres de las generaciones anteriores. 

Te invito a entender por qué nos exigimos ser buenas, a conocer a la contradicción, y a ver cómo podemos lograr una convivencia saludable entre el debo y el no quiero. Escucha el episodio 2 aquí, o en tus plataformas favoritas. 

 

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